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martes, 8 de abril de 2014

El sintagma y la oración (esquema)



LOS SINTAGMAS

Sintagma: estructura compuesta por una o más palabras que tiene un significado parcial y en la que uno de sus elementos actúa como núcleo. Existen cinco tipos de sintagmas, según se expresa en el cuadro siguiente:

TIPO DE SINTAGMA
ESTRUCTURA
NÚCLEO
FUNCIONES
Sintagma nominal (SN)
[Det]+N+[Adyacente]
Ej.: “La montaña grande”
Sustantivo o palabra sustantivada
-Sujeto
-Sujeto paciente (voz pasiva)
-Aposición
-Complemento directo
-Complemento circunstancial
Sintagma preposicional (SPrep)
prep+SN
Ej.: “La casa de tu primo
Sustantivo o palabra sustantivada
-Complemento directo
-Complemento indirecto
-Complemento circunstancial
-Complemento de régimen
Complemento agente (voz pasiva)
Sintagma verbal (SV)
Muy variada. Siempre que haya un verbo habrá un SV, independientemente del resto de sintagmas que lo compongan.
Verbo
-Predicado
Sintagma adjetival (SAdj)
Adj. Ej.: “La selva oscura
Adj+SPrep. Ej.: “Estaba cansado de su trabajo
Adj+Adj. Ej.: “Le gusta el color verde claro
Adv+Adj. Ej.: “Ese tren es muy grande
Adjetivo
-Adyacente
-Atributo
-Complemento predicativo
Sintagma adverbial (SAdv)
Adv. Ej.: “Vive cerca
Adv+Adv. Ej.: “Vive muy cerca
Adv+SPrep. Ej.: “Vive cerca de su novia
Adv+Adv+SPrep. Ej.: “Vive muy cerca de su novia
Adverbio
-Complemento circunstancial

Los sintagmas se pueden combinar entre sí para desempeñar diversas funciones sintácticas, dando lugar a estructuras muy variadas. Algunos ejemplos:
·        SN+SPrep: “La hija de su vecina”
·        SN+SPrep+SPrep: “La fiesta del pueblo de Fernando”
·        SV: v+SPrep+SPrep: “Comieron en el restaurante de su amigo”

LA ORACIÓN

            La oración es la unidad gramatical más pequeña con significado completo: “Las abejas elaboran la miel en las colmenas”.
            Podemos clasificar las oraciones según los siguientes criterios:
·        Número de verbos o predicados: simples (un verbo) y compuestas (dos o más verbos).
·        Según la intención del hablante.
·        Según la estructura del predicado.

Oraciones según la intención del hablante

TIPO DE ORACIÓN
CARACTERÍSTICAS
FUNCIONES DEL LENGUAJE PREDOMINANTES
ENUNCIATIVAS
Se utilizan para dar informaciones generalmente de manera objetiva. Pueden ser afirmativas (“Mañana viajaré a Andalucía”) o negativas (“No tengo dinero para comprarme un coche”)
Función referencial o representativa
EXCLAMATIVAS
Se presentan entre signos de exclamación y sirven para expresar sorpresa, enfado, admiración, asombro, etc.: “¡Qué día más nublado ha amanecido!”
Función expresiva
INTERROGATIVAS
Sirven para preguntar. Pueden ser de varios tipos:
-Directas o indirectas: Las primeras se presentan entre signos de interrogación (“¿Quieres venir conmigo mañana?”); las segundas no llevan signos de interrogación y se introducen por medio de una proposición subordinada sustantiva (“Dime si vendrás conmigo mañana”).
-Totales o parciales: Son totales si la respuesta que esperan es o no; parciales si es cualquier otra la respuesta posible.
-Retóricas: Las que no esperan ninguna respuesta (“¿Hasta cuándo tendremos que aguantar tus caprichos?”)
Función expresiva
Función conativa o apelativa
DUBITATIVAS
Expresan la duda: “Tal vez me vaya contigo mañana”.
Función expresiva
Función referencial o representativa
DESIDERATIVAS
Expresan un deseo o un anhelo: “¡Ojalá vengas conmigo mañana!”
Función expresiva
Función conativa o apelativa
IMPERATIVAS
Expresan un mandato, una orden, una exhortación o una prohibición:
-“Siéntate bien”
-“¿Podrías sentarte bien?”
-“No fumar”
Función conativa o apelativa
Función expresiva

            A veces podemos encontrarnos con que una oración contiene más de una modalidad, de manera que pueden darse oraciones imperativas que a la vez son interrogativas (“¿Podrías sentarte bien?”), desiderativas que a la vez son exclamativas (“¡Ojalá vengas conmigo mañana!”) o dubitativas que a la vez son enunciativas (“No sé si mañana podré ir contigo”), entre otros posibles casos.

 Oraciones según la estructura del predicado

ACTIVAS
-El sujeto realiza la acción del verbo.
ATRIBUTIVAS (PREDICADO NOMINAL)
-Llevan un verbo copulativo (ser, estar o parecer) y un atributo: “La niña es guapa” [es, verbo copulativo; guapa, atributo]









PREDICATIVAS (PREDICADO VERBAL)
-Se presentan con cualquier verbo no copulativo (“Amelia compró una entrada para la ópera”) o con un verbo copulativo con un complemento circunstancial: “La niña está en casa de su prima” [“en casa de su prima”, complemento circunstancial]
TRANSITIVAS O INTRANSITIVAS
-Son transitivas cuando llevan un complemento directo (“Sara contó un chiste muy divertido”) e intransitivas cuando no tienen complemento directo (“Leandro vive en Majadahonda”)
REFLEXIVAS
-La acción del verbo recae sobre el sujeto.
-Llevan pronombres reflexivos (me, te, se, nos, os, se): “Ignacio se afeitó el bigote” [“a sí mismo”, podríamos añadir para reconocerla].
RECÍPROCAS
-El sujeto siempre está en plural y se produce un intercambio de acciones entre sus componentes: “Aurora y Ricardo se aman” [“el uno al otro”, podríamos añadir para reconocerla].
-Llevan pronombres recíprocos (nos, os, se).
PASIVAS
-El sujeto no realiza la acción del verbo, sino que la padece.
DIRECTAS
-Se construyen con un sujeto paciente (que recibe la acción del verbo), el verbo en pasiva (ser+participio) y un complemento agente (con por, que es, en realidad, el que hace la acción del verbo):  “Gustavo fue abandonado por su novia”. [“Gustavo”, sujeto paciente; “por su novia”, complemento agente].

REFLEJAS
-Se construyen con se y mantienen el sujeto paciente: “Se espera una llegada masiva de turistas” [“una llegada masiva de turistas”, sujeto paciente; como si dijéramos: “Una llegada masiva de turistas es esperada”].

La oración compuesta

            Definimos la oración compuesta como aquella que tiene dos o más verbos o, lo que es lo mismo, dos o más predicados. Cada una de las partes que la componen se llama proposición. Según las relaciones que se den entre las proposiciones, las oraciones compuestas podemos dividirlas en tres grupos: yuxtapuestas, coordinadas y subordinadas.
            La yuxtaposición y la coordinación se caracterizan porque las proposiciones que se encuentran en estos casos son independientes las unas de las otras, mientras que en la subordinación, como su nombre indica, unas proposiciones dependen de otras. Así, en las oraciones: “Las niñas corren tras un balón, los niños juegan con unas muñecas” (yuxtapuesta) o “Todas las mañanas sale el sol y todas las tardes se produce el ocaso” (coordinada), cada una de las proposiciones es independiente; pero si decimos “Las niñas juegan al balón cuando se pone el sol”, veremos que “cuando se pone el sol” es una proposición que depende de la anterior; se trata de una subordinada adverbial de tiempo.

Proposiciones yuxtapuestas: son las que se suceden, una tras otra, sin ningún nexo que las una, como hemos visto en el ejemplo anterior. Suelen separarse por medio de comas, pero no siempre qua haya una coma estaremos ante una proposición yuxtapuesta.

Proposiciones coordinadas: aparecen unidas por nexos coordinantes (conjunciones, locuciones conjuntivas, etc.). Pueden ser de cinco tipos:

a)      Copulativas. Se suman acciones: “Las ovejas duermen y los pastores vigilan”.
b)      Disyuntivas. Se dan dos opciones y solo una es posible: “¿Quieres un poco de café o prefieres mejor una hierbaluisa?”.
c)      Adversativas. Una proposición niega que se realice la acción propuesta por la otra: “Iría contigo a la fiesta, pero no tengo tiempo”.
d)      Distributivas. El contenido se reparte entre las dos proposiciones: “Tu hermana, tan pronto ríe como llora”.
e)      Explicativas. Una de ellas pretende aclarar lo que dice la otra: “No tengo dinero; es decir, estoy en la ruina”.

Proposiciones subordinadas: van unidas por adverbios, preposiciones, conjunciones y locuciones. Pueden ser de tres tipos: sustantivas, adjetivas y adverbiales.

a)    Subordinadas sustantivas: cumplen algunas de las funciones que cumple un sustantivo en la oración simple. Pueden ser de sujeto, de complemento directo, de atributo, de complemento de régimen, de complemento del nombre y de complemento del adjetivo. Suelen ir introducidas por la conjunción que: “Nos dijeron que no fuéramos a clase ese día”.
b)      Subordinadas adjetivas: equivalen a un adjetivo y van introducidas por el pronombre relativo que. Para distinguirlas de las sustantivas, podemos sustituir el que por sus variantes el cual, la cual, los cuales o las cuales: “Hemos encontrado las llaves que perdisteis el mes pasado” [“las cuales perdisteis...”].
c)      Subordinadas adverbiales: hacen las veces de un adverbio y pueden ser de nueve tipos diferentes:
-De lugar: “Encontré a Guillermo donde lo había dejado el día anterior”.
-De tiempo: “Salimos de clase cuando acabaron las explicaciones del profesor”.
-De modo: “Lola hizo la tarta de fresa como le había enseñado su abuela”.
-De causa: “No fuimos a la boda de Restituta porque no nos caía bien su novio”.
-De consecuencia: “Susanita no tenía hambre, por lo tanto no comió nada en la fiesta”.
-De condición: “Si te portas bien, te llevaré a ver los monos del zoo”.
-De concesión: “Me lo dijo tu hermana, aunque no te lo creas”.
-De comparación: “Romualdo quería ser tan fuerte como su primo Atanasio”.
-De finalidad: “Te lo he comprado para que no te olvides nunca de mí”.

lunes, 31 de marzo de 2014

"Los inmigrantes", de Manuel Rivas



           

         No llegan ya los dedos de las manos para contar los muertos en la valla fronteriza del Tarajal de Ceuta y es probable que haya más víctimas en el cementerio de lo invisible. Mientras se producía la tragedia en las alambradas del Sur, se reunían en Cracovia los ministros de Interior de los seis países más poderosos de la Unión Europea. El de España, entre ellos. Leo y releo el despacho de agencia que da cuenta de los resultados de la cita, convocada para reforzar las fronteras europeas, "con el objetivo de mejorar la lucha contra el terrorismo internacional, la inmigración irregular y la delincuencia organizada". No acabo de entender qué pinta ahí la inmigración, emparedada entre el terrorismo y la delincuencia. No es un detalle formal, de redacción de la noticia. Las declaraciones de los ministros van en esa línea, metiendo todo en un mismo saco. Lo único que tiene en común un inmigrante con un terrorista o un mafioso es el ser tratado, cada vez más, como un asunto de policía. La inmigración no es el problema. El problema está en la política mugrienta que ofrece a la opinión malhumorada un churrasco de miedo con la especie picante de una "avalancha" africana. El miedo de verdad es el menú que come el inmigrante. Esas personas no pueden seguir siendo tratadas como alimañas al acecho. Muchas ya están marcadas por las cicatrices de las concertinas que coronan la empalizada. Para el Imperio Romano, Júpiter Término era el dios de las fronteras al que se rendía culto con sangre. La Unión Europea es la principal vendedora de armas a los países africanos y muchos inmigrantes huyen de regímenes o de facciones que utilizan esas armas. Mientras, se han eliminado gran parte de los proyectos de cooperación. Los inmigrantes no son un peligro. En su maleta vacía traen la materia prima que más necesita Europa: agallas y esperanza.

Manuel Rivas, El País, 8 de febrero de 2014




jueves, 6 de marzo de 2014

"Su alteza real", de Juan José Millás



            Lo peor de la infanta Cristina no es que haya olvidado que era dueña de una S.L. tóxica, lo peor es que no se acuerda de quién es ella y, sobre todo, de quiénes somos nosotros. A ver, nosotros somos los que pagamos, por ejemplo, los recibos de los escoltas que en el descanso de las comparecencias le van a comprar un bocadillo. Nosotros la hemos llevado a los mejores colegios y nos hemos ocupado de que su infancia transcurriera en un entorno seguro e idílico: a dos pasos del centro Madrid, como el que dice, pero en medio de la naturaleza. No tenía el metro a la puerta porque disponía siempre de un automóvil excelentemente dotado, cortesía también del pueblo, con un chófer que la llevaba y la traía. Nosotros nos hemos hecho cargo de sus gastos y de los de toda la familia, le hemos regalado prácticamente el palacio de Marivent, donde, si ella quiere, podría hacer noche entre comparecencia y comparecencia.

            Gracias a esos desvelos, de mayor obtuvo un buen trabajo en una empresa solvente. Un trabajo en el que dice: Me conviene ir a Suiza, y la destinan a Suiza sin mayores papeleos, sin que intervengan en el traslado el jefe de Recursos Humanos o el responsable de Personal, sin que los sindicatos digan esta boca es mía. Un trabajo al que acude cuando le da la gana sin que la llamen al orden. Quizá ni siquiera le descuentan del sueldo los días que no va por esto o por lo otro. No nos importa mucho, en fin, que no se acuerde de las clases de flamenco o de salsa pagadas con dinero público: bagatelas, comparadas con lo que llevamos invertido en su formación. Pero nos duele que no se haya enterado todavía de quiénes somos nosotros, usted y yo, que no tenga ni idea de con quién habla cuando se dirige al juez que nos representa y que está intentando reparar las ofensas de que hemos sido víctimas por parte de su alteza real.



Juan José Millás, El País, 14 de febrero de 2014

martes, 4 de marzo de 2014

"Beethoven contra el crimen", de Agustí Fancelli



            El diario StartTribune de Minneapolis informaba hace unos días de una singular iniciativa puesta en marcha el verano pasado en la estación de ferrocarril de Lake Street: programar música clásica por megafonía para combatir la mala vida que allí se daba cita y de la que habían alertado los vecinos. Tras leer el titular, me excité de inmediato con este nuevo poder benéfico de la obra de los grandes maestros que desconocía y recordé que ya Alessandro Baricco, en un ensayo publicado hace unos años, había ponderado las extraordinarias virtudes de este tipo de música en las vacas de Wisconsin, las cuales aumentaban considerablemente su producción de leche si en el establo les era dado escuchar las obras inmortales de Bach, Mozart o Beethoven, según había podido constatar un sesudo estudio científico.

            Pero leyendo el cuerpo de la noticia del diario de Minneapolis fui desengañándome tan pronto como me había exaltado el titular. Resulta que el experimento de la estación se basa en una teoría que nada tiene que ver con la bondad intrínseca del arte de los sonidos, sino con la idea bastante más ruin de que los malhechores habituales no la soportan y tienden a poner pies en polvorosa de allí donde la escuchan.

            Paparruchas, me dije. Pues bien, quizás no tanto. Otras ciudades, como Atlanta o Toronto, realizaron la misma prueba en lugares muy transitados, al parecer con buenos resultados. Una experiencia piloto similar fue realizada en 2003 en algunas estaciones del metro de Londres, y los informes posteriores constataron que los robos habían descendido un tercio y los actos de vandalismo un 37%, en un periodo de 18 meses. Según algunos analistas, la razón de este cambio de comportamiento se hallaría en una inversión de la “teoría de las ventanas rotas” que formuló el sociólogo urbano George L. Kelling, según la cual una ventana rota y no reparada en un edificio actúa como reclamo para que otros bárbaros acudan a romper las ventanas todavía intactas y a partir de ahí a practicar todo tipo de desmanes en una vertiginosa espiral de incivilización. Por movimiento contrario, el orden que inspiraría, por poner el ejemplo mayor, la Novena de Beethoven tendería a actuar como elemento disuasorio en este tipo individuos descentrados. Eso, claro, si se prescinde de La naranja mecánica, donde Anthony Burgess (en la novela) y Stanley Kubrick (en la película) preconizaban justo lo opuesto: la inmortal página del maestro de Bonn inducía a la siniestra banda a cometer sus peores fechorías…

            Sea como fuere, la culta medida adoptada en Minneapolis forma parte de un conjunto de iniciativas que pretenden hacer de su estación de trenes un lugar más vivible y seguro. Entre estas medidas se encuentra mejorar la iluminación, instalar cámaras de seguridad y aumentar la presencia policial, especialmente al atardecer. Que todo ello se produzca acompañado por buena música, no se sabe con certeza qué efectos puede tener, pero es seguro que mejora el humor de los viajeros. Y si encima ahuyenta a carteristas, violadores y otros psicópatas, entonces miel sobre hojuelas.



Agustí Fancelli, El País.com, 21 de febrero de 2012

domingo, 2 de febrero de 2014

"ABC", de Rosa Montero



            Nunca pensé que me tocaría volver a discutir este tema desde tan abajo. Creí que ese nivel básico de debate estaba superado, que era una obviedad, un logro civil comúnmente aceptado. Ese fue mi primer error: todo avance colectivo puede verse amenazado por un impulso reaccionario; no se debe bajar jamás la guardia.

            Así que heme aquí volviendo a teclear, 30 años después, el mismo abecedario elemental sobre el aborto. Y así, repetiré que nadie está a favor del aborto: es siempre un horror, una pena, un trauma. Y, desde luego, no es un método anticonceptivo; de hecho, debemos fomentar por todos los medios el acceso a los anticonceptivos para minimizar los embarazos no deseados (por cierto: a veces quienes más protestan contra el aborto son también los más reticentes a la contracepción). De lo que estamos a favor es de una ley justa que permita el acceso igualitario a una intervención que, además de penosa, puede ser peligrosa. Es evidente que hay grandes desigualdades sociales y culturales; hay personas desprotegidas que no conocen bien los métodos anticonceptivos o no tienen acceso a ellos: por dinero, por prejuicio social, por imposición familiar. Y ni siquiera usando un método adecuado se está a salvo de un fallo: el condón, por ejemplo, solo tiene un 98% de efectividad. Por no hablar de la crueldad de no contemplar la malformación del feto como causa suficiente. Como dice Mónica Arango, del Centro de Derechos Reproductivos, desde 1994 más de 30 países del mundo han liberalizado sus leyes de aborto. El retrógrado proyecto de Gallardón (contestado incluso desde el PP) nos descolgaría del entorno europeo y nos dejaría al nivel de la ultracatólica Polonia y de Malta. Con esta ley se seguirá abortando igual, solo que las ricas lo harán con garantías y en el extranjero y las pobres en una carnicera mesa de cocina. Ya hemos vivido eso.



Rosa Montero, El País, 14 de enero de 2014

miércoles, 8 de enero de 2014

"Ombliguismo nacional", de Federico Ysart



          La incapacidad para mirar más allá de nuestras fronteras centenarias es uno de los problemas mayores que aquejan a los españoles. Algunos, catalanes y vascos sobre todo, lo llevan hasta sus últimas consecuencias; puestos a estrechar horizontes se empeñan en reducir sus ambiciones a escalas provincianas.

            Basta con abrir cualquier medio informativo para constatar lo poco que interesa aquí lo que pueda suceder allí, en el resto del mundo. Por encima de sucesos luctuosos no hay información relevante sobre lo que se cuece, o está por cocinar, más allá de nuestra propia despensa. Y así pasa lo que pasa; las primeras planas se cubren con los absurdos reclamos del encargado de la administración de un gobierno regional, con el “sagrado derecho” al aborto con que los socialistas actuales tratan de tapar sus desnudeces, cuando no con un sinfín de actuaciones judiciales de nunca acabar.

            No es nueva esta pulsión carpetovetónica a mirarse el ombligo. Desde hace poco más de tres siglos el país quedó como hibernado tras el esplendor imperial -en el XVIII ya se hablaba del Siglo de Oro como de algo lejano-, y contadas fueron las ocasiones en que despertó para abrirse a nuevas esperanzas y perspectivas; la de 1931 concluyó fatalmente, y parece que algunos se empeñan en cerrar la abierta en 1977.

            Este país, como todos, necesita salir de sus casillas, como se salió en 1492, fecha que para algunos marca el comienzo de la mundialización, ahora llamada globalización. Viviendo y formando parte del nacimiento de una gran federación de Estados europeos, que eso es la UE, no podemos seguir cuestionándonos nuestro propio ser como si el mundo terminara en España –o en Cataluña, que aún es menos-. La tarea está afuera, y tenemos tantos títulos como el que más para participar en ella desde la primera línea.

            El desafío es mirar más allá, en el espacio y también en el tiempo. Porque esa cuarta dimensión de la que comenzó hablando Einstein, la del tiempo, es hoy tan real como las de la geometría euclidiana. La eliminación de muchas fronteras, físicas y culturales, está significando una nueva noción del tiempo. Hoy, en nuestro mundo occidental, el futuro se hace presente con mayor celeridad que el pasado dejó de serlo. Ignorarlo, perder el compás, es la vía segura al cretinismo y/o a la reacción, y en ella estaremos mientras no levantemos la mirada más allá de nuestro ombligo.



(“El blog de Federico Ysart”, ABC, 8 de enero de 2014)