La
comunicación humana y sus elementos. El signo lingüístico: componentes y
características. El lenguaje verbal y sus funciones.
1. La comunicación. Elementos que intervienen en el proceso
comunicativo
La
comunicación es un proceso por medio
del cual se produce un intercambio de información entre dos o más
interlocutores en una situación determinada.
Para
que pueda darse la comunicación tienen que estar presentes una serie de
elementos que hacen posible el proceso, todos ellos imprescindibles. Podemos
reconocerlos en el siguiente esquema:
- El emisor
es el que codifica el mensaje y se lo hace llegar al receptor.
- El receptor
recibe el mensaje codificado por el emisor y lo descodifica.
- El mensaje
es aquello que el emisor quiere comunicar al receptor.
- El código
es el sistema de signos empleado por el emisor, que debe ser conocido igualmente
por el receptor, ya que, de lo contrario, no habría comunicación.
- El canal
es el medio por el que discurre el mensaje.
- El contexto
es la situación comunicativa en la que se encuentran el emisor y el
receptor. Algunos mensajes podrán tener significados diferentes en función
del contexto.
En
una nota pegada en la puerta del frigorífico leemos: “No hay leche”. Entendemos
entonces que el emisor (alguien que vive con nosotros) tiene la intención de
comunicarnos la necesidad de comprar leche (el mensaje) y ha utilizado un
código común (la lengua española) y un canal concreto (el trozo de papel
adherido al frigorífico). Nosotros somos el receptor, y el contexto es la
cocina en la que se encuentra el frigorífico. Este mismo mensaje, pegado en el
andamio de una obra, carecería de sentido, ya que el contexto no sería el
adecuado.
La
comunicación puede verse limitada por la presencia del ruido. Llamamos ruido a cualquier obstáculo que, de una u otra
manera, impida el correcto desarrollo del proceso comunicativo. Interferencias
en la línea telefónica o en el televisor, una página arrancada en un libro o
una moto que pasa cuando hablamos con alguien en la calle son algunos posibles
ruidos.
Para
contrarrestar cualquier tipo de ruido, la teoría de la comunicación emplea la redundancia, que consiste en una
repetición de elementos de cara a solventar los problemas comunicativos. Hay
redundancias propias del sistema, como en Yo
estoy cansado, donde el pronombre “yo” no es necesario, ya que se entiende
que es la primera persona quien está hablando. Por otro lado, repetir de nuevo
lo que hemos dicho y no ha sido escuchado por alguna interferencia también
sería una redundancia.
2. Significante y significado
El
signo es una entidad dual, compuesta por dos elementos inseparables: el
significante y el significado.
- El significante
es la parte externa o formal del signo, aquello que percibimos por los
sentidos: las letras que componen la palabra casa (c-a-s-a), el plano de una ciudad, etc.
- El significado
se aquello que nosotros entendemos al percibir el significante: casa; edificio para ser habitado,
la ciudad representada en el plano.
Plano de Venecia
Símbolo de reciclaje
Tanto el plano de Venecia como
el símbolo del reciclaje son sendos significantes que remiten a una idea mental
que sería el significado; la propia ciudad de Venecia y el concepto de
reciclaje de residuos.
3. Tipos de signos. El signo lingüístico y sus características
Definimos
el signo como un elemento que se
puede percibir por los sentidos y que, por sí solo o unido a otros signos,
sirve para la comunicación. Como acabamos de decir, se compone de un significante
y un significado.
Podemos
clasificar los signos según dos criterios:
Por el sentido por el que se perciben. Pueden ser motivados o
inmotivados, según la intención comunicativa del emisor. Muchos de ellos tienen
un gran poder evocador (por ejemplo un perfume que nos recuerda a aguien).
- Auditivos:
el timbre del teléfono, la alarma de incendios, el lenguaje oral, etc.
- Visuales:
las señales de tráfico, la lengua escrita, etc.
- Olfativos:
un perfume, el olor a tabaco en una habitación, etc.
- Gustativos:
el sabor de una manzana, lo amargo, lo salado, etc.
- Táctiles:
lo suave, lo áspero, las formas, etc.
Por la relación entre el significante y el significado
- Iconos:
la relación entre el significante y el significado es de identidad o
semejanza. El plano que antes hemos visto sería un icono, como lo serían
una fotografía, una caricatura o un dibujo esquemático de la figura humana
(como el que permite el paso a los peatones en un semáforo).
- Indicios:
el significante y el significado tienen una relación de causa / efecto.
Por ejemplo, el humo que sale de una chimenea, las lágrimas o el olor a
tabaco. Las lágrimas son el significante (efecto) y la tristeza es el
significado (causa).
- Símbolos:
la relación entre el significante y el significado es arbitraria o convencional;
es decir, no hay una relación lógica entre ambos, aunque en algunos casos
sí exista un vínculo lejano que dé sentido al símbolo. Por ejemplo, el
signo lingüístico podría incluirse en la categoría de los símbolos, ya que
entre el significante casa y su
significado no existe relación lógica ni un vínculo lejano. Una prueba de
ello es que el mismo concepto cambia de significante en otras lenguas: maison (francés), house (inglés). Sin embargo, en
algunos símbolos sí existe ese vínculo: la balanza simboliza la justicia,
y no podría ser sustituida por otro símbolo cualquiera (un zapato, por
ejemplo), pero tampoco existe una relación de identidad, como en los
iconos.
Carpintero, charpentier, falegname y fuster son palabras que tienen el mismo
significado en español, francés, italiano y catalán respectivamente; podríamos,
incluso, inventar una lengua en la que ese significado se representara con el
significante prastero, por ejemplo:
si lo asociamos al significado de carpintero
nos valdría; es decir, valdría cualquier significante, cosa que no sucede con
el símbolo de la justicia arriba comentado.
3.1. El signo lingüístico y sus características
Como
acabamos de ver, el signo lingüístico forma parte de la categoría de los
símbolos, aunque con los matices que hemos expresado. Tan solo un tipo de
palabras podría quedar fuera de este grupo e incluirse en el de los iconos: se
trata de las onomatopeyas, que
buscan la representación gráfica de un sonido y, por lo tanto, la relación
entre el significante y el significado es de semejanza o de identidad. Así
ocurre con onomatopeyas como guau, miau, zas, pum, etc., o con
palabras que parecen “sonar”, como rasgar,
crepitar, susurrar... En ellas se percibe cierta cercanía entre el
significante y el significado.
El
signo lingüístico tiene las siguientes características:
- Arbitrariedad:
acabamos de referirnos a ella; la relación entre el significante y el
significado es inmotivada o convencional (excepto en las onomatopeyas).
- Linealidad:
los signos lingüísticos se presentan de manera lineal; es decir, no se
pueden superponer ni presentar simultáneamente, ni en el lenguaje oral ni
en el escrito, a diferencia, por ejemplo, de los signos musicales, que sí
se superponen, dando lugar a melodías armónicas que pueden combinarse y
sonar a la vez.
- Doble
articulación: el discurso escrito (y oral) puede fraccionarse en
función de aspectos estructurales internos, dando lugar a dos
articulaciones; la primera se relaciona con los monemas: Las niñas juegan alegres Ò La-s
niñ-a-s jueg-an alegre-s; la segunda se basa en los fonemas: L-a-s
n-i-ñ-a-s j-u-e-g-a-n a-l-e-g-r-e-s.
- Mutabilidad
e inmutabilidad: en su contradicción, estas dos propiedades son
posibles, ya que el signo lingüístico es mutable en su proyección
temporal; la palabra hijo,
durante la Edad Media, se escribía fijo.
Sin embargo es inmutable porque el hablante no puede cambiarlo a su gusto:
debe usarlo tal y como lo ha heredado.
4. Lenguaje verbal y lenguaje no verbal
Llamamos
lenguaje verbal al que se basa en el empleo de las palabras, ya sea en el plano
escrito o en el plano oral; por el contrario, el lenguaje no verbal es el que
se expresa sin el uso de las palabras, por medio de gestos y otros aspectos
ligados a la comunicación y ajenos a la palabra.
Existen
varios códigos no verbales, de entre los que vamos a destacar los siguientes:
a)
Códigos
cinésicos (o kinésicos): son los que tienen como base los gestos y el
movimiento corporal en general. Se pueden utilizar por sí solos, pero por lo
general se usan de manera simultánea con los códigos verbales. Van ligados a
las expresiones del rostro, al movimiento de los brazos y las piernas, a la
posición del cuerpo, a la forma de vestir, al perfume, etc.
Códigos kinésicos de tipo
facial
b)
Códigos
proxémicos: se relacionan con la distancia que separa a los interlocutores,
que varía según las circunstancias que los rodean. Se suelen estudiar cuatro
tipos de distancia: íntima, personal, social y pública, y todas ellas dependen
de la relación que existe entre los interlocutores y de la situación
comunicativa, desde una conversación privada a una conferencia o un mitin.
Proxémica
c)
Códigos
paralingüísticos: tienen que ver con aspectos propios de la pronunciación o
de la emisión de la voz, pero no con el uso de la palabra. Entre otros, podemos
destacar el volumen de voz empleado, el tono (agudo o grave), la mayor o menor
rapidez a la hora de hablar, etc.
d) Códigos cronémicos: se ocupan del análisis de
la concepción del tiempo, de su estructuración, su uso y su duración en las
diferentes situaciones comunicativas y en las diferentes culturas. Así, hay un
tiempo social, que dicta la duración de una visita, los horarios de las comidas
según cada lugar o las horas más adecuadas para telefonear a una persona. Los
conceptos pronto-tarde varían según los hábitos sociales de los diferentes países.
5. Las funciones del lenguaje
Con
este nombre conocemos los diferentes usos del lenguaje por parte del ser
humano. En ellos se observará siempre la intención comunicativa del hablante y
nos servirán para entender mucho mejor el proceso comunicativo.
Podemos
hablar de seis funciones del lenguaje, conectadas con los elementos de la
comunicación:
a)
Expresiva o
emotiva: se relaciona con el emisor y pretende comunicar emociones, sentimientos,
estados de ánimo, etc. Predomina la subjetividad: La noche es el mejor momento del día.
b)
Referencial o
representativa: relacionada con el contexto o situación. En ella está
presente la objetividad, ya que se emplea para hablar de lo demostrable, sin
que intervenga en absoluto la opinión del emisor: La noche es el final del día.
c)
Apelativa o
conativa: centrada en el receptor, pretende modificar el comportamiento de
este y llamar su atención sobre algo concreto: Elvira, ven aquí, por favor.
d)
Fática o de
contacto: incide en el canal y persigue comprobar que este funciona
correctamente. A menudo puede aparecer ligada a la función apelativa: ¿Se oye bien...?
e)
Metalingüística:
recae en el código y sirve para hablar sobre él mismo: se emplea la lengua para
hablar de la lengua: El verbo es el
núcleo del sintagma verbal.
f)
Poética o
estética: se relaciona con el mensaje y consiste en hacer que este sea más
bello. Tiene la misión de adornar el mensaje, de darle una forma artística. Es
propia de la literatura, pero también está presente, por ejemplo, en la
publicidad: La cebolla es escarcha
cerrada y pobre (Miguel Hernández).
A
veces, pueden aparecer varias funciones en un mismo texto, pero, según la
naturaleza de este, predominará una u otra.