1. Origen y evolución de las lenguas de España
La
situación lingüística en la Península Ibérica antes de la llegada de los
romanos estaba caracterizada por la presencia de una serie de lenguas
dispersas: el tartesio (sur de
Portugal y oeste de Andalucía), el ibérico
(este de Andalucía, todo el Levante y parte de Aragón), el vasco (llegó a ocupar el actual País Vasco español y francés,
Navarra, La Rioja y gran parte de los Pirineos), el celtibérico (centro de la Península) y el lusitano (Portugal). También influyeron el fenicio y el griego por
las colonias que se establecieron en las costas peninsulares y por la actividad
comercial que mantuvieron en ellas. Algunos topónimos:
·
Celtas:
Segovia (Segovia), Segontia (Sigüenza), Alcovindos (Alcobendas, “corzo blanco”),
etc.
·
Fenicios:
Gadir (con los romanos, Gades; y Qadis con los árabes), Malaka (Málaga), Ebusus
(Ibiza), Hispania (que significa “tierra de conejos”), etc.
·
Griegos: Lucentum
(Alicante), Rhode (Rosas), etc.
Principales pueblos prerromanos de la Península Ibérica
Tras la
imposición del latín, a partir del
año 218 a.C. (en el que comienza la ocupación romana), se produce una unidad
lingüística que se mantendrá durante la época visigoda y se destruirá a partir
de la invasión de los árabes (año 711), que traerá consigo el surgimiento de
una serie de núcleos de resistencia cristianos, en el norte de la Península, en
los que se producirá la fragmentación del latín, hacia el siglo X. De esta
fragmentación se originan cinco dialectos latinos: gallego-portugués, astur-leonés, castellano, navarro-aragonés y catalán,
a los que se une el idioma vasco,
superviviente de las lenguas prerromanas. En la zona de dominio árabe también
se produce una derivación del latín, conocida como mozárabe (hablada por los cristianos que permanecían fieles a su fe
en territorio musulmán), que fue desapareciendo al compás del avance de la
Reconquista, con la que se iban imponiendo las nuevas lenguas habladas en los
reinos cristianos del norte (castellano y catalán, principalmente).
Situación lingüística en
la Península Ibérica en el siglo X
(http://www.cultureduca.com/leng_penin_formac07.php)
La
importancia política del reino de Castilla hizo que el dialecto castellano
tuviera la posibilidad de expandirse más que el resto de las derivaciones
peninsulares del latín. De hecho, el astur-leonés y el navarro-aragonés se
quedaron estancados como dialectos y no llegaron nunca a adquirir la categoría
de lenguas, mientras el catalán, impulsado por la reconquista aragonesa, pudo
extenderse por gran parte de la franja mediterránea oriental. Tras la
independencia de Portugal del reino de León (mediados del siglo XII), el
dialecto gallego-portugués se divide y termina dando lugar a dos lenguas
diferentes.
Situación lingüística en
la Península Ibérica en el siglo XIII
(http://www.cultureduca.com/leng_penin_formac07.php)
2. La lengua castellana
Tenemos
que situar el nacimiento de la lengua castellana en un núcleo geográfico que
abarca parte de las actuales provincias de Cantabria, La Rioja, el norte de
Burgos y el sur de Álava.
Nacimiento y expansión del castellano
Las
primeras manifestaciones escritas se encuentran en las llamadas glosas emilianenses, de finales del
siglo X, que son breves comentarios en lengua romance escritos en los márgenes
de manuscritos latinos. Su nombre se debe a que fueron escritos en el
monasterio de San Millán (Emiliano) de la Cogolla, en La Rioja. Estas glosas
sirven de testimonio de que el castellano ya se hablaba en aquel tiempo.
Glosas emilianenses
(http://perso.wanadoo.es/angel_cobos/ruta_castellano/la_ruta_del_castellano.htm)
Desde el
siglo XII encontramos literatura escrita en castellano (el Cantar del Cid), que refuerza la lengua en el camino de su
consolidación, producida gracias al avance de la Reconquista y a la expansión
del reino de Castilla. El primer gran impulso que se le da al castellano
llegará con el rey Alfonso X el Sabio
(siglo XIII), quien promoverá su uso como lengua oficial, al emplearla para los
documentos y las leyes, y contribuirá a
su empleo como lengua literaria, sobre todo por medio de la Escuela de Traductores de Toledo, donde
un grupo de sabios conocedores de las lenguas cultas orientales y clásicas
vertían al castellano numerosos textos. Alfonso X se preocupó también de
aspectos ortográficos, léxicos y sintácticos.
Al
unificarse los reinos de Castilla y Aragón con el matrimonio de los Reyes
Católicos (1469), la reconquista de Granada el 2 de enero de 1492 y el
descubrimiento de América el 12 de octubre del mismo año se hizo posible la
expansión del castellano fuera del reino de Castilla. La fortaleza del Imperio
español hará posible que la lengua, unida a él, se convierta en la más importante
e influyente de aquellos tiempos. A su consolidación contribuyó Elio Antonio de
Nebrija con su Gramática de la lengua
castellana (1492), la primera que se escribe de una lengua vulgar.
Primera página y prólogo de la Gramática
de Nebrija
En los
siglos XVI y XVII (los Siglos de Oro)
el castellano experimentará un gran crecimiento como lengua de cultura, gracias
a las obras de algunos de los más grandes escritores de nuestra literatura,
como Garcilaso de la Vega, Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo o Calderón
de la Barca. Será también en este periodo cuando se publique el primer
diccionario de nuestra lengua: el Tesoro
de la lengua castellana o española (1611) del toledano Sebastián de
Covarrubias.
Portada del Tesoro y retrato de
Sebastián de Covarrubias
http://www.uv.es/lepinet/Lexicografia.htm
y
http://www.castillalamancha.es/biblioclm/assets/exposiciones_virtuales/covarrubias/vit_otras/vit.html
El siglo
XVIII supondrá otro de los grandes momentos del castellano, al fundarse la Real Academia Española de la lengua
(RAE), en 1713, institución que velará por su unificación, corrección y
desarrollo, según manifiesta su lema: “limpia, fija y da esplendor”. La RAE
llevó a cabo la publicación de tres obras fundamentales: el Diccionario de Autoridades (1726-1739),
que confirma el uso de cada palabra con breves textos de algunos autores que la
han empleado en sus obras y que sustenta gran parte de su esqueleto en el Tesoro de Covarrubias; la Ortografía (1741) y la Gramática (1771). A partir de la RAE se
puede decir que el castellano (que ya por entonces empieza a ser llamado con
más frecuencia español) queda casi fijado en su forma actual; desde entonces
tan solo se han ido realizando pequeñas modificaciones, fundamentalmente
ortográficas (aunque también léxicas) que han culminado con la última revisión,
llevada a cabo en común con todas las academias de la lengua española del
mundo, en la Ortografía de la lengua
española (2010).
Diccionario de Autoridades (siglo XVIII) y portada de
la última edición de la Ortografía
(2010)
(http://es.wikipedia.org/wiki/Diccionario_de_autoridades)
El
español es hoy en día una de las lenguas más habladas en el mundo, junto al
chino y el inglés. Es la lengua oficial de dieciocho repúblicas en
Centroamérica y Sudamérica: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica,
Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. También es lengua cooficial,
junto al inglés, en Puerto Rico, y se habla cada vez más en algunos estados del
sur de los EE.UU., como California, Texas, Arizona, Florida y Nuevo México, o
en ciudades como Nueva York, Los Ángeles o San Francisco.
3. La lengua catalana
El
catalán surge de la evolución del latín en el nordeste de la Península, a
través de la expansión del reino de Aragón durante la Reconquista. Se habla en
Cataluña, islas Baleares, gran parte de la Comunidad Valenciana, algunas zonas
del nordeste de Aragón y del sureste de Francia, Andorra y la ciudad de Alguer,
en Cerdeña, lo que supone una cifra en torno a unos siete millones de
hablantes. Entre sus muchas variantes dialectales tienen una especial
relevancia el valenciano y el balear.
Uno de
los textos más antiguos escritos en lengua catalana es las Homilies d’Organyà,
fragmento de un sermonario para la predicación del evangelio, que data de
finales del siglo XII. En el XIII ya destaca la figura del mallorquín Ramon Llull, que será el primer autor
relevante que use el catalán como lengua literaria. En este siglo y durante el
XIV, la lengua catalana experimentará uno de los periodos más ricos desde el
punto de vista de su expansión y de su uso literario, pero será el XV el
periodo más importante de la literatura catalana, principalmente gracias a la
obra de tres autores valencianos: Jordi
de Sant Jordi, Ausiàs March
(poeta muy influyente en la tradición hispánica posterior, por ejemplo en
Garcilaso de la Vega) y Joanot Martorell,
autor del libro de caballerías Tirant lo Blanc (1490), una de las
cumbres del género, traducido tempranamente al castellano en 1511 y considerado
por el cura del pueblo de don Quijote “el mejor libro del mundo”.
Primera página del Tirant lo Blanc
(http://meloussa.wordpress.com/2011/03/08/identidades-y-sentimientos-ii/)
Tras el
esplendor de esta edad de oro valenciana, llega el periodo de la Decadència,
que abarca los siglos XVI al XVIII, donde la imposición del castellano como
lengua común del imperio relega el catalán al uso meramente familiar. Los Decretos de Nueva Planta, promulgados
por el rey Felipe V a comienzos del XVIII, transformarán España en un estado
centralizado y contribuirán a esa decadencia de la lengua.
La Renaixença,
propiciada por el auge de las nacionalidades en el siglo XIX, hará que el
catalán recupere poco a poco su importancia como lengua literaria. Es el
momento de autores como Santiago Rusiñol
o Joan Maragall.
En 1907
se funda el Institut d’Estudis Catalans,
pero el siglo XX verá un nuevo episodio en la historia de represiones en el uso
del catalán, tras la Guerra Civil (1936-1939) y la posterior dictadura
franquista. A la muerte del dictador (1975) y con la promulgación de la Constitución Española de 1978, la
lengua catalana se hace cooficial junto al castellano en las zonas de su
influencia. Hoy en día está presente en las instituciones y, además de un gran
desarrollo literario, ha experimentado un auge en su uso en los medios de
comunicación, tanto escritos como audiovisuales.
4. La lengua gallega
Nace en
el noroeste de la Península, en los territorios que formaron la provincia romana
de la Gallaecia y el posterior reino
medieval de Galicia. Actualmente se habla en la comunidad autónoma de Galicia y
en algunas zonas limítrofes del norte de León (el Bierzo), Zamora y Asturias,
con un número de hablantes cercano a los dos millones. El gallego procede directamente del gallego-portugués, dialecto
del latín que se dividirá en dos lenguas diferentes tras la independencia de
Portugal en el siglo XII, aunque la unidad lingüística se mantiene casi hasta
el siglo XV y da como resultado el momento de mayor riqueza literaria, con las
cantigas de la lírica galaico-portuguesa,
entre los siglos XII y XIV. El propio rey de Castilla, Alfonso X el Sabio, veló
por el uso del gallego-portugués como lengua propicia para la poesía y
escribió, él mismo, las Cantigas de
Santa María, que recogen alabanzas y milagros de la Virgen.
Ilustración del códice de las Cantigas
de Santa María
(http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cantigas_Santa_Maria.jpg)
Ya
independiente del portugués, el gallego seguirá un camino similar al del
catalán, con un periodo de decadencia entre los siglos XV y XVIII y un resurgir
en el XIX, conocido como el Rexurdimento, en el que destacará la
figura de la poetisa Rosalía de Castro
con su libro Folhas novas (1880).
Tras este momento glorioso, la guerra y la dictadura conducen a la lengua
gallega al mismo olvido que a la catalana, aunque a finales de los años
cuarenta del siglo XX aparecen algunos autores que escriben en gallego, como Castelao (uno de los padres del
nacionalismo gallego), Celso Emilio
Ferreiro o Álvaro Cunqueiro.
Tras el franquismo, la Constitución de 1978 consolida también su importancia
como lengua cooficial junto al castellano. Por esas fechas, la Academia da Lingua Galega procederá a
la normalización de la lengua fijando las normas ortográficas y léxicas que le
son propias. Son muchos los autores que hoy en día escriben en gallego, como es
el caso de Manuel Rivas o Dario Xohán Cabana, quienes cultivan
tanto la poesía como la novela.
5. La lengua vasca
Se ha
discutido mucho acerca del origen del vasco, lo que ha llevado a plantear
algunas hipótesis: según algunos estudiosos procedería de las lenguas
caucásicas que se hablan entre Rusia y Turquía, cuya antigüedad se remonta a
algunos milenios antes de Cristo, y según otros procedería de las lenguas
bereberes del norte de África. Lo único indiscutible es que el vasco es una de
las lenguas prerromanas que se hablaban en la Península a la llegada de los
romanos. La zona de influencia de la lengua vasca se reduce en la actualidad al
País Vasco (fundamentalmente las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa), el
noroeste de Navarra y el llamado País Vasco francés, con un número de hablantes
que oscila en torno a un millón, y cuenta con varios dialectos.
Los
textos más antiguos escritos en vasco se encuentran, como sucede con los del
castellano, en las glosas emilianenses
(si exceptuamos ciertas inscripciones en epitafios del siglo II d.C). No se
conservan, empero, restos de una tradición literaria en vasco hasta los poemas
del sacerdote navarro Bernat Dechepare,
publicados en 1545, con la conciencia, por parte del autor, de ser el primero
que lleva a la imprenta un texto en esta lengua.
Durante
los siglos XVI y XVII se publicaron traducciones de textos religiosos y obras
de esta temática (catecismos, vidas de santos, tratados teológicos), pero no será
hasta el XVIII cuando se inicie la preocupación por preservar el vasco y
estudiarlo desde un punto de vista filológico, de lo que son fruto la gramática
y el diccionario que redactó el jesuita Manuel
Larramendi (1690-1766) y la defensa de la lengua y de su uso en la
enseñanza promovida por el vascofrancés Joanes
Etxeberri (c. 1668-1749).
Portada del Diccionario de
Larramendi y retrato del autor
http://www.euskomedia.org/aunamendi/85863
En 1918
se funda la Euskaltzaindia, Academia
de la Lengua Vasca, que se plantea como reto la unificación lingüística,
necesaria a causa de la enorme dispersión de las variantes dialectales, y establece
el llamado euskera batua (vasco
unificado), que será la base del idioma que actualmente se habla y se usa en
las instituciones y medios de comunicación vascos, sobre todo a partir de la
Constitución de 1978 que consideró el vasco lengua cooficial en sus territorios
con el castellano. Este deseo de unidad se compatibiliza con el respeto a los
dialectos, que enriquecen la lengua viva de los hablantes vascos.
Durante
el siglo XX se ha dado un gran impulso a la literatura escrita en vasco, con
autores como el poeta Gabriel Aresti,
Bernardo Atxaga o Unai Elorriaga.
6. Variedades del español actual
6.1. Dialectos históricos del latín
Las
zonas del norte de la Península en las que surgió un dialecto del latín que no
llegó a consolidarse como lengua han conservado, en mayor o menor medida, el
uso de algunas formas concretas que muestran diferencias con el castellano.
El astur-leonés, más tarde leonés,
mantiene ese uso minoritario en los territorios del principado de Asturias y en
parte de las provincias de León y Zamora, con algunos restos aislados en otras
provincias fronterizas como Cantabria y Salamanca y zonas del norte de
Extremadura. Destacan de manera especial una serie de hablas aisladas que se
conocen como bable y que se dan sobre
todo en Asturias. Entre sus rasgos más definidores podemos destacar: los masculinos
terminados en –u (quesu por queso), la colocación del artículo delante de un posesivo (“La mi casa”), el mantenimiento de la f- inicial del latín (fíu, hijo) o los diminutivos en –in, -ina
(santina).
El viejo navarro-aragonés
de la Edad Media se considera casi desaparecido, y, en su lugar surgió la
llamada fabla aragonesa, que se
mantiene hoy en día en determinados núcleos de los valles pirenaicos, muy
influido por el castellano. Destacan los siguientes rasgos: conservación de las
consonantes oclusivas sordas del latín (p,
t, k) en posición intervocálica (pescatero,
por pescadero), mantenimiento de la f- inicial latina (filo, por hilo),
diminutivos en –ico, -ica (mañico),
etc.
6.2. Dialectos del castellano
También
la Reconquista propiciará el surgimiento de las principales variantes
dialectales del castellano, que se va expandiendo al compás del reino de
Castilla. La lengua que llega a las zonas más meridionales se verá influida y
modificada por otros factores lingüísticos imperantes en los territorios que se
van incorporando. Los principales dialectos que surgen son los siguientes: andaluz, extremeño, murciano y canario. Debemos considerar, junto al
extremeño y al murciano, el manchego. Los tres son dialectos de transición, muy
influidos, como veremos, por el antiguo asturleonés y por el catalán, según los
casos. El andaluz y el canario, unidos a las hablas de Hispanoamérica,
comparten rasgos y conforman el conjunto dialectal más importante del
castellano.
Principales áreas dialectales del español actual
(http://es.wikipedia.org/wiki/Dialectos_del_castellano_en_Espa%C3%B1a)
- El andaluz es el dialecto con mayor número de hablantes. No se consolidará el uso del castellano en esta zona hasta el final de la Reconquista, en 1492, a pesar de que comienza a usarse en determinadas áreas desde el siglo XIII. Esta tardanza hará que el dialecto andaluz reciba una fuerte influencia del árabe, lengua que predominaba en el sur de la penínsua. Al ser Andalucía una región muy extensa, debemos distinguir diversas variedades dialectales que contribuyen a subrayar la falta de homogeneidad del andaluz. Entre los rasgos fonéticos más característicos del dialecto andaluz destacan el seseo (seresa, por cereza), el ceceo (zandía por sandía), el yeísmo (yave por llave), la aspiración de consonantes (hiho, por hijo; ehtudio por estudio), confusión entre r y l (farda por falda) o la pérdida de la d intervocálica (convidao por convidado, venío por venido).
- El extremeño tiene, como dijimos, rasgos del antiguo dialecto leonés, ya que durante el siglo XIII ocuparon Extremadura caballeros leoneses y castellanos. Por el sur recibe, asimismo influencias del andaluz. Entre sus rasgos destacan el yeísmo, la tendencia a la aspiración o pérdida de la s a final de sílaba (loh niñoh), la aspiración de la j (añeho por añejo) o la relajación y pérdida de la r a final de palabra (muhé, por mujer). En el plano morfológico son normales los diminutivos en –ino, -ina, como chiquitino o chiquitina.
- El murciano recibe influencias del aragonés, del valenciano y del andaluz, al encontrarse en una zona de transición. Sus rasgos coinciden a menudo con los del resto de dialectos (aspecto este muy común entre todas las variedades, como estamos viendo). Es el caso de la aspiración de la s a final de sílaba o de la j. En zonas rurales se produce una relajación de consonantes intervocálicas, en casos como caeza por cabeza o piazo por pedazo. También se produce el yeísmo, más marcado en las ciudades que en el medio rural.
- El canario es un dialecto que recibe una fuerte influencia del andaluz, ya que los primeros pobladores de las islas, tras ser conquistadas por Castilla, procedían de Sevilla. También se ve la huella de las hablas de América y la herencia guanche. Entre sus rasgos tenemos que destacar los que son comunes con el andaluz, como el seseo, el yeísmo o la aspiración de consonantes finales. Morfológicamente se da el uso de ustedes como tratamiento de confianza, en lugar de vosotros o vosotras, y en el léxico es muy habitual la presencia de americanismos (guagua por autobús) o guanchismos, por sustrato de la lengua de los primitivos pobladores de las islas, los guanches (gofio, harina de maíz).