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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las propiedades del texto

LA ADECUACIÓN

            Se centra en la relación entre el texto y la situación. Un texto es adecuado cuando consigue el propósito comunicativo que se ha propuesto el emisor. Para lograr la adecuación, el texto deberá adaptarse a la intención comunicativa y al con­texto o situación en que se produce.
            La intención comunicativa que perseguimos se relaciona con la función lingüística dominante en el texto: referencial, si queremos informar; conativa o apelativa, si lo que buscamos es convencer al receptor, etc.
            Respecto a la situa­ción comunicativa, tendremos en cuenta el marco espacio-temporal (dónde se produce el acto comunicativo y en qué momento); el tema (general o específico) -y en relación con este, el canal (oral o escrito)-, y la idea que nos hacemos del recep­tor al que va dirigido (quién es o cómo lo imaginamos; qué relación tiene con nosotros; si forma un público o auditorio, o bien es un grupo de amigos; qué presupone­mos que sabe y qué desconoce; qué le resultará más fácil o más atractivo). Todo ello hace que seleccionemos una determinada información y un registro adecua­do -desde lo informal hasta lo formal-, que se concreta en aspectos como el tipo de léxico que empleamos, el uso de inter­jecciones, cursivas o comillas, la ironía, el empleo de tecnicismos, el tratamiento de tú o de usted, la presencia de recursos embellecedores o humorísticos, la utilización de ejemplos, etc.

LA COHERENCIA

            Esta propiedad del texto sirve para darle sentido, de manera que todos los elementos se relacionan para formar un significado global.
            Para que un texto sea coherente, en primer lugar hay que seleccionar la información necesaria para su comprensión, y prescindir de la que sea secundaria (esta selección se hace teniendo presente la situación comunicativa, para que el texto sea adecuado a esta). En segundo lugar, se debe organizar el texto con una estructura que le dé sentido.
            Junto con esta estructura interna, los hablantes tienen a su alcance unos moldes (o superestructuras) que se han fijado con el uso y que facilitan la producción e interpre­tación de los textos. Son los tipos de texto (descripción, narración, diálogo, exposición, argumentación): formas comunes a una serie de textos que tienen las mismas características y que, a su vez, dan lugar a géneros textuales o clases de textos distintos, como el poema, el chiste, la carta, las instrucciones de funcionamiento o la conferencia. Por ejemplo, si nuestra intención comunicativa es contar una anécdota o escribir un cuento, utilizare­mos la narración; para informar, el texto tendrá forma de noticia; etc. Todo tex­to debe tener una estructura interna para ser coherente, pero esta puede no ajusta­se a un tipo o apartarse parcialmente de él; además, en un texto se pueden combinar tipos de texto distintos.

LA COHESIÓN

            Tiene la finalidad de asegurar la relación entre los elementos del texto, así como la relación entre el texto y la situación extralingüística.
            Los mecanismos de cohesión fundamentales son la referencia, que es la relación entre un elemento o referente (objeto, persona, etc.) y otro que lo sustituye, con lo que se hace posible el seguimiento del tema, y la conexión, que exterioriza la relación de las ideas a través de los marcadores discursivos o conectores. Son también mecanismos de cohesión el uso de las formas verbales -la correlación lógica del tiempo y el modo verbal-, y también la entonación y la puntuación. Los principales mecanismos de referencia y de conexión son los siguientes:

La referencia se produce en los planos gramatical y léxico. Algunos de sus mecanismos son:
·         La deíxis, que conecta los elementos de la situación comunicativa por medio de elementos del texto, como los pronombres (personales, posesivos, demostrativos) o los adverbios (de lugar y de tiempo). A través de este proceso, el emisor se refiere a realidades que supone conocidas por el receptor (“Me siento bien aquí”).
·         La anáfora, que vincula un elemento a otro que ha aparecido anteriormente (el antecedente o referen­te). También se sirve de pronombres y de adverbios para su funcionamiento (“No me gusta la actitud de Juan, ya que él siempre juega con los sentimientos de los demás”).
·         La catáfora, en que se establece una relación entre un elemento y otro que aparecerá después en el texto (“Por fin llegaron todos: habíamos estado esperando a nuestros amigos desde el mediodía”).
·         La elipsis, por la que se suprime un elemento conocido que aparece muy cerca en el texto y que se puede recordar con la ayuda del contexto (“Nos dedicaremos ahora a redactar las cartas de los clientes más antiguos; las de los nuevos, esta tarde”).
·         La repetición de palabras: “Tenía un bolígrafo verde con el que corregía los exámenes de sus alumnos; el bolígrafo le resultaba imprescindible...”
·         Uso de sinónimos o de expresiones que puedan ser intercambiables: “Estaba enamorado de Almudena, y este sentimiento le hacía sentirse feliz”.
·         Uso de hiperónimos y de hipónimos. Los hiperónimos son palabras que engloban en su significado a diversas realidades de una misma especie, cada una de las cuales es un hipónimo: árbol (hiperónimo), sauce, naranjo, nogal, ciprés... (hipónimos).

La conexión se hace posible con los marcadores discursivos o conectores, que cohesionan enunciados, párrafos o apartados mayores, ordenándolos y estableciendo diversas relaciones entre ellos. Los marcadores discursivos son muchos y variados;  a continuación se incluyen algunos de los más usuales:

·         Los que sirven para organizar y estructurar la información

De iniciación y ordenación: para empezar, en primer lugar... en segundo lugar, por un lado... por otro, finalmente, para concluir...
Para introducir un tema o perspectiva: respecto a, en relación con, desde el punto de vista de...
Para introducir una digresión: a propósito, por cierto...
Para reformular (aclarar, ampliar o rectificar): esto es, mejor dicho, en otras palabras, de todos modos...
Espacio-temporales (referidos al propio texto): antes, arriba, hasta aquí, ahora, más adelante, luego, a continuación...

·         Los que muestran una relación lógica

De suma y refuerzo: asimismo, incluso, además...
De contraste (o contraargumentativos): en cambio, sin embargo, ahora bien, a pesar de, no obstante...
Para ejemplificar: así, por ejemplo, en concreto...
De causa: por ello, por lo cual, porque, a causa de...
De consecuencia: por tanto, por consiguiente, de ahí que, de modo que, en consecuencia...
De condición: si, a no ser que, en tal caso, siempre que...
De finalidad: a fin de que, con objeto de, para que...
Temporales y espaciales: cuando, una vez, entonces, después, mientras', delante/detrás, a la derecha/a la izquierda, al fondo, a lo lejos...

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