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sábado, 10 de noviembre de 2012

FIGURAS RETÓRICAS




ALEGORÍA: Sucesión de metáforas que, todas juntas, definen una realidad. Es una co­rrespondencia prolongada entre lo que el autor cuenta (una serie de términos ima­gen relacionados entre sí) y lo que quiere decir (una serie de términos reales que se relacionan, uno a uno, con sus respectivas imágenes). Será siempre necesario entender previamente la comparación inicial de la cual parte el autor.
                     “Un pastorcico solo está penado
                     ajeno de placer y de contento,
                     y en su pastora puesto el pensamiento,
                     y el pecho del amor muy lastimado (...)
                     Que solo de pensar que está olvidado
                     de su bella pastora, con gran pena
                     se deja maltratar en tierra ajena,
                     el pecho del amor muy lastimado”.
                                             (San Juan de la Cruz)
            En negrita, las expresiones que configuran la alegoría. Así, el pastorcico se refiere a Cristo, la pastora al alma pecadora de los hombres, y la expresión “se deja maltratar en tierra ajena”, hace referencia a la Pasión de Cristo y al Mundo, respectivamente. (Ver METÁFORA)
            También llamamos alegorías a las representaciones de realidades abstractas por medio de atributos que, metafóricamente, aluden al significado de aquellas, como la Muerte (una guadaña, una túnica negra y una faz de calavera) o la Justicia (una mujer con los ojos vendados que sostiene en su mano una balanza nivelada).

ALITERACIÓN: Repetición de un mismo fonema, con fines expresivos o rítmicos: “Con el ala aleve del leve abanico” (Rubén Darío).

ANADIPLOSIS: Repetición del final de un verso o frase al comienzo del siguiente verso o frase:
                     “(...) de un confesor santo quiero hacer una prosa.
                     Quiero hacer una prosa en román paladino
                     en cual suele el pueblo...”
                                             (Gonzalo de Berceo)

ANÁFORA: Repetición de una o varias palabras al comienzo de versos o frases seguidas:
                     Temprano levantó la muerte el vuelo,
                     temprano madrugó la madrugada,
                     temprano estás rodando por el suelo.
                                             (Miguel Hernández)

ANTÍFRASIS: Expresión que significa lo contrario de lo que se dice. Ironía: “¡Pero, qué gracioso es este niño!” (dando a entender que no solo no es gracioso, sino que es un impertinente).

ANTÍTESIS: Combinación de dos términos o expresiones contrarias, opuestas: “Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando tú cantas”. (Miguel de Cervantes).

ANTONOMASIA: Utilización de un nombre propio como si fuera común, en virtud de las cualidades del personaje que lo llevó, que se transmiten así, como si se tratara de un adjetivo, al ser al que se le denomina de tal forma: De un hombre podemos decir que es “un donjuan” o un “tenorio”, si es un mujeriego. Una mujer sería una “celestina” si se dedicase al oficio de alcahueta.

APÓSTROFE: Apelación, llamada de atención dirigida a personas presentes, ausentes, muertos, divinidades o seres inanimados:
“¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado”.
                                   (San Juan de la Cruz)

ASÍNDETON: Ausencia de nexos (principalmente copulativos), allí donde debería haberlos: “Vuela como una torpe mariposa moribunda, rozando, en leves golpes, las paredes, los muebles, la lámpara encendida”. (Camilo José Cela).
(Ver POLISÍNDETON)

CALAMBUR:  Combinación de palabras diferentes  que poseen significantes que, al oído, se perciben como iguales, creando un juego de palabras: “Con dados ganan condados”. (Luis de Góngora).

CONCATENACIÓN: Repetición de una palabra o varias al final de un verso o frase y al principio del siguiente, de manera encadenada:
“Sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela”
                                   (Rafael Alberti)

COMPARACIÓN: Consiste en relacionar dos ideas o dos objetos (o un objeto y una idea), en virtud de una similitud entre ellos. Llámase también Símil:
“Flérida para mí dulce y sabrosa
más que la fruta de cercado ajeno...”
                                   (Garcilaso de la Vega)
            Nótese  que la comparación se establece mediante la fórmula “más que”, pero también serían utilizables otras: “como”, “menos que”, “tan...como”...
(Ver METÁFORA)

DILOGÍA: Palabra polisémica que, empleada una sola vez, aporta simultáneamente dos significados:
“Él era un clérigo cerbatana, largo solo en el talle...” (Francisco de Quevedo).
            La palabra “largo” tenía en época de Quevedo dos significados: “largo” (de gran longitud), y “generoso”, “desprendido”. Luego Quevedo nos está diciendo aquí, que el clérigo era alto, pero avariento.

ELIPSIS: Supresión de algún elemento que se sobrentiende por el contexto o por el sentido de la frase:
“Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso..., ¡yo no sé
qué te diera por un beso!”
                                   (Gustavo Adolfo Bécquer)
            En los dos primeros versos se ha suprimido el verbo “dar”, que sí está presente al final del poema.

ENUMERACIÓN: Sucesión de palabras o expresiones, separadas por comas, que no observan ningún orden concreto: “...convidan,  despiden,  llaman,  niegan,  señalan amor, pronuncian enemiga, ensáñanse presto...” (Fernando de Rojas).
(Ver GRADACIÓN)

EPANADIPLOSIS: Repetición de una palabra al principio y al final de un verso o de una frase:
“...que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero”.
                                   (Miguel Hernández)

EPIFONEMA:  Exclamación usada por el  autor para hacer un comentario personal sobre lo que acaba de exponer: “Ninguna cosa alborota más a los vasallos que el robo y soborno de los ministros, porque los irritan con los daños propios, con la envidia a los que se enriquecen y con el odio al Príncipe que no lo remedia... ¡Oh infeliz el Príncipe y el Estado que se pierden porque se enriquezcan sus ministros!” (Diego de Saavedra Fajardo).

EPÍFORA: Repetición de una o varias palabras al final de varios versos consecutivos o al final de varios párrafos u oraciones: “Parece  que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones...” (Miguel de Cervantes).

EPÍTETO: Adjetivo que, añadido a un sustantivo, no modifica el significado ni la comprensión de este. Tiene, casi siempre, un valor pictórico o de descripción redundante:
“...por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba”
                                   (Garcilaso de la Vega)
EXCLAMACIÓN: Consiste en la intensificación de un enunciado, expresando emoción, estima, interés...:
“¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!”
                                   (Francisco de Quevedo)

GRADACIÓN: Sucesión de palabras o expresiones, separadas por comas, ordenadas de menos a más (o viceversa), de mayor a menor (o viceversa), etc.:
“...allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos...”
                                   (Jorge Manrique)
(Ver ENUMERACIÓN)

HIPÁLAGE: Se atribuye una cualidad o una acción a un sustantivo al que no le corresponde:
    “¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver, con largo apartamiento,
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?”
                            (Garcilaso de la Vega)
            Los adjetivos “triste” y “solitario”, en realidad definen el estado de ánimo del que habla, lo mismo que el adjetivo “amargo”, asociado a “fin”. En todos los casos hay un desplazamiento de las cualidades expresadas.

HIPÉRBATON: Alteración del orden lógico de las palabras dentro de la frase. Normalmente es usado con fines expresivos y, en algunas épocas, por un deseo de aproximación a la sintaxis latina:
“El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso...”
                                   (Garcilaso de la Vega)

HIPÉRBOLE: Exageración en el planteamiento de la realidad representada: “Mandaron los doctores que por nueve días, no hablase nadie recio en nuestro aposento porque, como estaban huecos los estómagos, sonaba en ellos el eco de cualquiera palabra”. (Francisco de Quevedo).

HOMOIOTELEUTON: Semejanza entre la última sílaba de dos o más palabras. De producirse en un texto en prosa, daría lugar a la rima interna: “...soy el que no era y no soy el que debiera...” (Fray Antonio de Guevara).

HYSTERON-PROTERON:  Es una modalidad de hipérbaton que consiste en anteponer lo que, según la lógica de la frase, debería posponerse: “Muramos, y lancémonos en medio del combate”
(Ver HIPÉRBATON)

INTERROGACIÓN RETÓRICA: Pregunta que no espera una respuesta efectiva, sino que se hace para intensificar una afirmación o expresar una emoción o un senti­miento:
“¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?”
                                   (José de Espronceda)

LÍTOTE: Se niega lo contrario de lo que se quiere afirmar, por medio de una negación atenuada: “Eso no está muy bien”, con lo que se nos está diciendo que “está mal”. Una atenuación parecida encontramos en el siguiente verso: “Unas hojas no verdes”. (Vicente Aleixandre).

METÁFORA: Sustitución de una palabra o expresión por otra con la que guarda una relación (a veces muy subjetiva). En la metáfora se produce una identificación entre el objeto designado y el término que lo sustituye. Hay, pues, dos partes diferenciadas: el término real (ojos) y el término imagen (estrellas). De ahí la metáfora: “Tus ojos son estrellas”. Se produce, como vemos, una identificación, no una comparación. Distinguiremos los siguientes tipos de metáfora:
a)      R es I:
“La cebolla es escarcha
cerrada y pobre...”
(Miguel Hernández)
b)      En este ejemplo, R (término real), es “la cebolla”, mientras I (término imagen), es “escarcha”.
c)      I de R:
“El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano
(Federico García Lorca)
d)      R:I (o R,I); Metáfora aposicional: “Golondrinas, breves noches...” (Juan Ramón Jiménez).
e)      R:i,i,i... Metáfora impresionista: “Entra el cotarro modernista (R), greñas (i), pipas (i), gabanes repelados (i), y alguna capa (i)”. (Ramón del Valle Inclán).
f)        I en lugar de R. Metáfora pura:
“Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene”
(Federico García Lorca)
            Aquí, “luna de pergamino” es una metáfora pura que sustituye a “pandereta”. Como se ve, no hay ninguna mención en el texto al término real.
            La metáfora procede del símil o comparación y consiste en la elimina­ción del nexo comparativo. Así, del símil “Tus ojos son como estrellas”, llegamos a la metáfora “Tus ojos son estrellas”. (Ver COMPARACIÓN)

METONIMIA: Está basada en una relación de contigüidad entre el término real y el término imagen. La cercanía entre ambos hace que el segundo contagie al primero y le preste su nombre:
“Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios”.
                                   (Federico García Lorca)
            Los “cinco tricornios” se asimilan a la guardia civil, como una parte integrante de su uniforme.
            Pueden producirse, entre otras, las siguientes relaciones:
a)      continente por contenido: “tomaron unas copas” (en lugar de vino).
b)      lugar de procedencia por cosa que de allí procede: “Es un Valdepeñas del 83” (en lugar de un vino de Valdepeñas).
c)      signo por cosa significada: “Luchó por defender su bandera”. (patria).
d)      autor por su obra: “Leo a Cervantes”, “Ha comprado un Picasso” (un libro de Cervantes, un cuadro de Picasso).
e)      el instrumento por la persona que lo toca: “El batería hizo un solo que impresionó al público” (el músico que tocaba la batería).
 (Ver SINÉCDOQUE y METÁFORA)

PARADOJA: Oposición de dos ideas o conceptos aparentemente contradictorios que, literalmente, parece que no pueden convivir:
“Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero”.
                                   (Santa Teresa de Jesús)
(Ver ANTÍTESIS)

PARALELISMO: Repetición de una misma estructura sintáctica en dos o más versos (o frases). A veces puede haber alguna modificación mínima de la estructura a repetir:
“Los suspiros son aire y van al aire,
las lágrimas son agua y van al mar”.
                                   (Gustavo Adolfo Bécquer)

PARONOMASIA: Consiste en la combinación de dos o más palabras cuyos significantes son muy parecidos: “La verdad padece, pero no perece”. (Santa Teresa de Jesús).

PERÍFRASIS: Se expresa una idea por medio de un rodeo sintáctico. Esto es, lo que se podría decir brevemente, se dice por extenso, con muchas palabras: “Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos...” (Miguel de Cervantes). En realidad quiere decir: “Apenas amaneció”.

PLEONASMO: Consiste en emplear vocablos o expresiones de carácter redundante que, a pesar de su apariencia innecesaria, dan fuerza, gracia o vigor a la frase: “De los sus ojos tan fuertemente llorando...” (Cantar de Mio Cid). Resulta evidente que si llora lo hace con sus ojos.

POLIPTOTON: Se trata de repetir una palabra variando ligeramente su morfología (por medio de morfemas derivativos o por simple cambio de género, número, modo, persona...). A veces se modifica la función sintáctica del vocablo:
“Es amor fuerza tan fuerte,
que fuerza toda razón;
una fuerza de tal suerte,
que todo seso convierte
en su fuerza y afición;
una porfía forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender”.
                                   (Jorge Manrique)

POLISÍNDETON: Empleo masivo de conjunciones (normalmente copulativas):
“...y los dejó, y cayó en despeñadero
el carro y el caballo y caballero...”
                                   (Fernando de Herrera)
(Ver ASÍNDETON)

PRETERICIÓN: Consiste en decir que no se va a decir algo cuando, de hecho, se está diciendo en la misma negación: “No hablaré de tu mal comportamiento”.

PROSOPOPEYA: Consiste en atribuir cualidades humanas a seres inanimados o a animales. También se llama personificación:
“Viene una esencia triste de jazmines con luna
y el llanto de una música romántica y lejana...”
                                   (Juan Ramón Jiménez)

QUIASMO: Especie de paralelismo en el que los elementos que se repiten se encuentran en el orden contrario; adjetivo-nombre / nombre adjetivo: adverbio-verbo / verbo-adverbio: “Ayer naciste y morirás mañana” (Luis de Góngora).

RETRUÉCANO: Se repite una frase cambiando el orden de sus elementos: “¿No voy contigo porque no me quieres o no me quieres porque no voy contigo?”

SINÉCDOQUE: Se basa, como la metonimia, en la contigüidad, solo que ahora, la fórmula es “pars pro toto” (la parte por el todo), o “totum pro parte” (el todo por la parte):
“Vuestro corazón de acero
muestre su esfuerzo famoso...”
                                   (Jorge Manrique)
            Se emplea también para otros casos:
a)      el género por la especie: “los mortales”, en lugar de los hombres.
b)      la especie por el género: “gana el pan con el sudor de su frente”, donde pan está sustituyendo a todos los alimentos.
La sinécdoque es,  en realidad,  un tipo de metonimia.
(Ver METONIMIA)

SINESTESIA: Se le otorgan cualidades de un sentido humano a otro: “labios dulces”, “música suave”... También se da cuando se asocian las sensaciones con sentimientos internos, como “tristeza azul” o “música alegre”:
“¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?”
                                   (Rubén Darío)

TAUTOLOGÍA: Consiste en repetir una idea con términos diferentes, con la pretensión de explicar dicha idea, pero sin añadir, en realidad, nada nuevo a lo que ya se ha dicho. Tiene cierto parecido con la redundancia, pero se diferencia en que esta es, quizás, más torpe:
“Si tuvieres dinero, tendrás consolación,
alegría y placer y del Papa ración;
comprarás Paraíso, ganarás salvación...”
                                   (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita)

ZEUGMA: Se hace intervenir en dos o más enunciados un término que solo se expresa en uno de ellos, generalmente en el primero que se cita: “Con más breves razones de las que sean posibles, daré fin a mi
cuento, con darle al de mi vida...” (Miguel de Cervantes).
            Aquí, la palabra “cuento” significa “relato” y “final”. “Dar cuento a algo” es poner fin a algo.
           
            Y aquí damos cuento a esta relación de figuras retóricas. Vale.


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